17 de julio de 2016

No basta abstenerse.


Toda la presión es sobre el PSOE. ¡Ya es mala suerte! En uno de los momentos más difíciles de nuestra larga historia (conviene recordar, no obstante, que ha habido circunstancias mucho más graves y dramáticas), nos corresponde elegir entre lo malo y lo peor. Si dejamos gobernar a Rajoy y al PP, mal. Si nos oponemos a su investidura, quizás peor, porque se nos atribuye toda la responsabilidad de una tercera convocatoria electoral, inadmisible a los ojos de todo el mundo.

Precisemos. Un Gobierno con 137 diputados no puede gobernar. Por lo tanto lo que se exige al PSOE no es una abstención sino un pacto de legislatura que nos compromete con el PP, en todas las votaciones decisivas y durante todo el tiempo que dure el Gobierno. La abstención del PSOE y Ciudadanos permitiría a Rajoy ser investido presidente en segunda convocatoria pero la primera cosa que enviará ese Gobierno a las Cortes es la ley con el techo de gasto, el plan de reducción del déficit, pendiente de una sanción europea y los presupuestos para 2017. ¿Quién aprueba ese paquete? Los 137 diputados del PP no bastan. Inmediatamente las miradas se volverán, de nuevo, al PSOE y las mismas voces que hoy nos piden responsabilidad para evitar las terceras elecciones nos la volverán a pedir para evitar la caída de un Gobierno recién nacido y así seguiríamos con las siguientes propuestas legislativas de su programa de gobierno. Sin contar con el hecho de que todas las semanas hay pleno en las Cortes y se producen no menos de 20 o 30 votaciones, de mociones, proposiciones no de ley, etc. Un Gobierno serio y estable no puede perder sistemáticamente las votaciones en el Parlamento. Nunca ha ocurrido. 

Por lo tanto, el Sr. Rajoy no debe buscar solo la investidura, sino que está obligado a negociar un Gobierno o un pacto de legislatura con Ciudadanos que dé estabilidad y proyecto de gobierno al país. Es lo lógico. Son dos partidos de centro-derecha que pueden acordar perfectamente un programa económico bastante próximo y un plan de reformas y regeneración democrática profundo, que justifique el apoyo de Ciudadanos a ese Gobierno, bien desde dentro (Gobierno de coalición), bien desde fuera (pacto de legislatura). A ese pacto (169 diputados) pueden sumarse fuerzas nacionalistas (vascas y canarias) para obtener la mayoría absoluta y, si eso no fuera posible, el PSOE debería facilitar la investidura. Ese debe ser el sentido de responsabilidad del PSOE. Hacer viable un Gobierno y un programa (PP-Ciudadanos, 169 diputados), que tiene mayoría suficiente para gobernar. Recuérdese que, PP y PSOE han gobernado varias legislaturas con menos diputados que esos 169. A Ciudadanos incorporar al Gobierno de España 4 o 5 ministros de alto nivel político y económico le proporciona un protagonismo y un recorrido político muchísimo más interesante que una oposición forzosamente desdibujada junto a Podemos, nacionalistas y PSOE.

Pero, en fin, no pretendo decidir por Ciudadanos, sino desbaratar la frívola idea de que la abstención del PSOE en la segunda vuelta de la investidura resuelve todos los problemas. Nuestra abstención, de unos pocos o de todos los diputados socialistas, debe producirse, en mi opinión, solo cuando un candidato presente una mayoría suficiente de Gobierno, repito, en torno a los 170 diputados, porque su derecho a gobernar estaría así democráticamente legitimado y el país exige resolver esta crisis institucional. 

Ahora bien, si Ciudadanos no suscribe ese pacto y Rajoy sigue anclado en sus 137 diputados, deberá proponer al PSOE un pacto de legislatura con toda una serie de compromisos para definir un Gobierno y, en mi opinión, el PSOE debe negociarlo. No estoy diciendo que deba acordarlo. Sino que debe intentarlo. Ese sí es nuestro deber. En la parte programática sobre el futuro de España, el PSOE tiene un proyecto y debe confrontarlo con el del Sr. Rajoy. Hablamos de dar una salida a Cataluña en clave de reformar el Título VIII y negociar un nuevo Estatuto que puede votarse simultáneamente, evitando así el enquistamiento y el agravamiento de la cuestión nacionalista. Hablamos de reformar en clave social la Constitución. Hablamos de una determinada reforma fiscal y de una recuperación de derechos sociales de los españoles más desfavorecidos. De una política económica alternativa a la que hemos padecido. De una revisión modernizadora de nuestro ordenamiento laboral. En definitiva, hablamos de un proyecto modernizador y reformista de España y de una recuperación social del precario modelo laboral y del devaluado sistema de protección social. 

Si esa negociación, que –repito– debe ser a iniciativa del candidato y solo en caso de fracaso del pacto con Ciudadanos, terminara en un acuerdo de legislatura, el PSOE debería, entonces sí, plantearse la abstención –con la suya basta-, para permitir la investidura y gestionar después la mayoría legislativa en favor de esos compromisos acordados. 

Pero para llegar a eso el PP deberá ofrecer una senda de rectificaciones y compromisos de los que nadie dice una palabra. ¡Basta ya de confundir el debate! Los términos y los pasos de este delicado momento que vive la política española no son pedir la abstención del PSOE, sino construir un Gobierno estable, con mayoría parlamentaria suficiente, y que asegure un conjunto de respuestas a las graves urgencias de la España de hoy.

Publicado en El Correo, 17/07/2016