11 de noviembre de 2013

“La refundación del PSOE en Cataluña sería una apuesta suicida”



¿Cuáles el principal mensaje que pretende lanzar el PSOE?

Que el partido ha hecho una reflexión.
Venimos de una derrota que nos obliga a rectificar, a reconocer que el mundo ha cambiado mucho y la sociedad española, aún más. Hay un espacio para un impulso renovador que debe plasmarse en una reforma constitu­cional. Esa es una de las ideas centra­les. La otra es que el PSOE pretende que haya un antes y un después de la conferencia. Debemos ser capaces de suscitar una mayoría con expectativa de gobierno. Eso es clave para que el proyecto sea creíble.

¿Qué hizo el PSOE para perder la com­plicidad de esa mayoría?

La crisis nos arrolló. En la legislatura de José Luis Rodríguez Zapatero se produjo una tormenta perfecta de cri­sis de los mercados y europea. No fui­mos capaces de explicar la necesidad de tomar algunas medidas. La crisis nos desbordó. No logramos amortiguar lo que debería haber sido un pinchazo controlado de la burbuja y no una explosión. Faltaron, junto al sacrificio de funcionarios y pensiones, gestos de control y fiscalidad a los grandes beneficios. Y quizá deberíamos haber impulsado con más fuerza la restruc­turación financiera.

¿Qué papel van a jugar Felipe González o Rodríguez Zapatero en la Conferencia? 

Son referente de nuestra historia reciente. Personalizan el socialismo democrático en España. Pero más allá de sus consejos, el partido está ahora en otras ideas y otra gente.

¿No es contradictorio que el cambio lo protagonicen quienes ya estaban antes?

 Es que los protagonistas del nuevo PSOE van a ser otras personas. En mi caso, por ejemplo, tengo claro que esto es una aportación, un legado sin pretensión alguna de personificar esa renovación. Hay una generación entre los 40 y los 60 años que va a protago­nizarlo. Pero que el partido aproveche a personas que tenemos conocimientos y amplia experiencia, que hemos dis­cutido, teorizado y escrito mucho, me parece muy positivo.

¿Cómo se lleva a cabo esa regeneración democrática de la que habla?

Lo primero debe ser aprobar un paquete anticorrupción. Eso es urgente y debe incluir una reforma en la ley de finan­ciación de los partidos políticos, en la ley de partidos, del Tribunal de Cuentas, etcétera. Pero no paramos ahí. Quere­mos cambiar la ley electoral para intro­ducir primarias y listas semiabiertas. Queremos reformar el reglamento del Congreso y desarrollar una ley de parti­cipación de la ciudadanía, establecer un marco de ejercicio de la política...

¿Si quieren una reforma electoral, como es que paran la asturiana?

La que se inició en Asturias buscaba mayor proporcionalidad. No es lo mismo. Las reformas que nosotros proponemos son de empoderamiento ciudadano.

¿Qué son las listas semiabiertas?

Son aquellas en las que se puede alterar el orden que ponen los partidos pri­mando a sus candidatos.

¿Y por qué no abiertas del todo? 

Porque no hay ningún país que las abra del todo. En listas muy amplias acaba provocando un caos. En Madrid, por ejemplo, que elige 41 diputados, no puedes poner un número a cada uno para establecer el orden. Eso acaba inhibiendo al ciudadano. Hasta los sistemas más modernos del mundo establecen límites.

Si van a discutir de proyecto político, ¿por qué no tocarán el tema territorial?

Porque eso ya lo hemos discutido y aprobado en un consejo territorial. El documento de Granada está zanjado y marca nuestra política territorial.

Pero siguen los problemas con el PSC. 

Ya en Granada reconocíamos que había una discrepancia respecto al derecho a decidir. Pero estoy seguro de que la ter­cera vía, es decir, la evolución federal del modelo autonómico y la reforma constitucional para el reconocimiento de las singularidades nacionales, va a ser la solución al problema. Todo lo demás, mirar hacia otro lado o cabalgar sobre el tigre de un derecho a decidir abstracto e imposible, lleva al choque de trenes.

Hay históricos del PSOE que piden la refundación del partido en Cataluña.

 Es un error porque eso debilita el pro­yecto común, porque rompe un puente fundamental entre Cataluña y España que es el PSOE y porque ni siquiera en términos electorales tiene ventajas. Al contrario. Es una apuesta suicida.

Llegado el caso, ¿pactarían el Gobierno con la izquierda o con la derecha?

Es muy difícil de decir todavía. La ten­dencia actual es que el PSOE debe lide­rar una propuesta de cambio en España y una mayoría progresista, claramente.


Pero el PP sería fundamental para emprender esa reforma constitucional.

 Evidentemente, ese cambio exige el pacto con la derecha española. El pro­blema es que la derecha no quiere ni oír hablar de esa necesidad urgente, de que España se está descosiendo y está sometida a tensiones generaciona­les, territoriales y sociales gravísimas. Un Gobierno socialista que lidere una mayoría progresista llamará a grandes pactos. Somos izquierda con vocación de mayoría, no sectaria ni testimonial.



¿Cómo se concreta la igualdad de la que han hecho bandera?

Hemos hecho una reflexión profunda sobre el aumento de la desigualdad y la ruptura de los grandes pactos de pos­guerra en la sociedad europea. Nos pre­ocupa la apertura del abanico salarial, nos preocupa la distancia en el disfrute de la riqueza de una pequeña proporción de ciudadanos, el empobrecimiento de las clases medias y el crecimiento de los hogares sin ingresos, es decir, la pobreza

extrema. Frente a esto proponemos varios elementos. Uno, fundamental, fijar la educación como instrumento para la igualación social, pero no el único. También la intervención en el abanico salarial, el fomento de la pro­gresividad o el reforzamiento sindical.


¿No es una injerencia que el Gobierno fije salarios en la empresa privada? 


Si la banca solo puede ser rescatada por el poder público, y eso ha quedado claro durante la crisis, es que el Estado tiene derecho de intervención. Esa fuente de legitimación nos parece moralmente imbatible. Pretendemos ofrecer instrumentos de reflexión para la intervención pública en un escenario disparatado que genera toxicidades y que la ciudadanía no va a admitir.

¿Si gobiernan recuperarán el anterior modelo educativo y sanitario?

Si logramos un cambio radical en la política fiscal, la recuperación de la sanidad y la educación, públicas y de calidad, se podrá producir en una legis­latura. Nuestra pretensión es obtener unos ingresos de entre cuatro y cinco puntos más del PIB. Para ello es necesa­ria una reforma profunda, un aumento de la base fiscal y un combate al fraude. Con esos tres elementos queremos dotar al sistema de unos ingresos que permitan hacer sostenible lo que el PP considera que no lo es. 

Otras veces, tras la victoria cambiaron de discurso. Por ejemplo, con la Iglesia. 

No es justo decir que el PSOE no ha librado esa batalla. Nosotros sufrimos enormes y constantes manifestaciones de la Iglesia española y su jerarquía por defender que la moral pública la fijara la soberanía nacional y no la Iglesia en cuestiones como el matrimonio homo­sexual, el aborto o la investigación con células madre. Y ahora parece que no hicimos nada. No llegamos a romper el Concordato porque nuestra inter­pretación no vulneraba el principio de escuela laica. Es ahora cuando, vista la interpretación del PP cambiando todo, hemos dicho "se acabó". La conferen­cia avanza en laicidad a través de tres grandes ideas: la superación del marco internacional del Vaticano en el tema educativo; el avance en la autofinancia­ción, ya no con casilla del IRPF, sino con aportaciones voluntarias; y, en tercer lugar, con una ley de libertad religiosa que establecerá un marco de igualdad plena respecto al hecho religioso.

¿Qué peso tendrá el "alma republicana" del PSOE en la conferencia?

Fuerte, porque la ponencia ha sido enmendada con unas 50 propuestas republicanas. Forma parte de la cultura del partido, pero eso no nos lleva a alte­rar el statu quo español. Ni es urgente ni sería buena esa refundación del país.

¿Cuando termine la conferencia tocará por fin hablar de primarias?

De primarias se hablará a partir de diciembre, cuando conozcamos la fecha y las reglas. Y estoy convencido de que las primarias van a dar un tiempo de política rica, política pura y profundi­zación de la democracia. Es una opor­tunidad que la ciudadanía nunca ha tenido de votar al candidato socialista.

¿Le gustaría que ese fuese Rubalcaba?

 Lo que me gustaría es lo de menos. Él debe jugar el papel que debe jugar. Y lo está haciendo muy bien. En esta tor­menta perfecta que estamos atrave­sando no se está apreciando el enorme esfuerzo y solvencia que le da al partido tener un capitán de su madurez, estabi­lidad y prestigio. Que luego sea candi­dato, el tiempo lo dirá.

¿Debe haber un congreso extraordina­rio si Rubalcaba no gana las primarias? 

No, yo prefiero bicefalia siempre que personalmente puedan mantenerla. Pero precisamente para facilitarlo siempre se celebran en el periodo cercano a las elecciones. Eso también explica la proximidad a 2015.

¿Y el relevo llegaría en 2016?


Dependerá de cuándo sean las eleccio­nes, pero en todo caso dos o tres meses después de las elecciones.


Publicado en Tiempo, 8/11/2013