28 de noviembre de 2012

Intervencion Parlamentaria 27/11/12


PDL sobre convocatoria de referéndum consultivo en el caso de decisiones políticas que  afecten sustancialmente a derechos económicos, sociales y laborales.


13 de noviembre de 2012

España va mal


Al contrario de aquél latiguillo que quiso popularizar, el entonces presidente del gobierno José María Aznar, que repetía machaconamente “España va bien”, las cosas están tan difíciles que, con toda razón, podemos afirmar: “España va mal. Muy Mal”. Para quienes hemos tenido el honor -y la suerte- de protagonizar la etapa democrática española desde los años sesenta, la situación política y económica de nuestro país nos produce no poca tristeza y mucha preocupación. No es necesario recordar el enorme éxito de nuestra transición y los extraordinarios avances económicos y sociales que hemos vivido. Admirados fuera y orgullosos en casa, los españoles hechos hecho, sin duda, los mejores treinta y cinco años de nuestra historia contemporánea.
Pero, al igual que las curvas macroeconómicas, la línea ascendente de nuestra historia ha sufrido un punto de inflexión desde hace dos o tres años, que puede destruir mucho de lo conseguido. El diagnóstico es conocido: una crisis económica y financiera que nos va a llevar a los seis millones de parados y a una fractura social de consecuencias aún imprevisibles. Una crisis de la estructura territorial autonómica que ha puesto sobre el tapete con brusca y sorprendente fuerza, la continuidad misma del Estado, rechazado en sus parámetros actuales por los nacionalismos periféricos. Y como telón de fondo de la una y de la otra, una crisis de la política misma, de sus instituciones, de los partidos, de los políticos y si me apuran, de las convicciones democráticas de demasiados ciudadanos.
Es verdad que la gravísima crisis económica que sufrimos ha implosionado algunos de estos problemas, como es el caso de la desafección con los partidos y los representantes políticos y como lo es también, la tensión nacionalista surgida en Cataluña. Pero el origen es otro. Estas dos quiebras en nuestra convivencia se venían incubando en causas propias que se venían gestando en las inercias y en las pasividades de los últimos años y en los errores que todos hemos cometido en ambos temas. Lo cierto es que, de pronto, los españoles nos hemos dado de bruces con un panorama dramático, que está provocando dos actitudes igualmente negativas: El pesimismo colectivo, que nos recuerda otras etapas nada brillantes de nuestra historia y que nos coloca en el derrotismo más paralizante y el desorden propositivo, esa especie de torrente de ideas que nos desbordan y que quieren resolver con fórmulas tan imprecisas como contradictorias, todos los problemas de nuestra democracia. Un compañero parlamentario describe esta actitud con una graciosa metáfora. Este es un país, suele decir, en el que cualquiera te resuelve problemas complejos en la servilleta de la barra del bar.
Y ya puestos, no me resisto a censurar otra peligrosa actitud colectiva, como es la de echar la culpa de todo a todos los demás. Durante muchos años hemos construido un Discurso expansivo de los Derechos y hemos educado muy poco sobre los Deberes que entraña la ciudadanía. Un buen ejemplo de esto que digo, es la peculiar opinión pública de los españoles sobre la sostenibilidad económica del Estado del Bienestar y la subcultura fiscal existente en nuestro país. Dicho más claramente, cuando reclamamos que se mantengan las prestaciones públicas en sanidad, educación, dependencia, etc., también debiéramos ser beligerantes contra un fraude fiscal instalado en amplias capas sociales. Porque el fraude en nuestro país no es algo ajeno a los ciudadanos, ni es solo cosa de ricos. Un país que tiene las mismas figuras fiscales y, prácticamente los mismos tipos que los países europeos, tiene unos ingresos inferiores en 5 ó 6 puntos sobre PIB que la media de la presión fiscal europea, porque demasiadas actividades económicas se celebran -a la vista de todos- en fraude fiscal y en competencia desleal.
No pretendo exonerar o limitar la responsabilidad de los representantes públicos en las respuestas a crisis tan graves como las que sufrimos. Por el contrario, creo firmemente que tenemos más responsabilidad que nunca. Creo que la política grande, la política que dialoga y logra consensos, la política que marca objetivos y que lidera al país, la que vertebra a la sociedad en esfuerzos y actitudes, esa política es más necesaria que nunca. La política que logra convencer a la ciudadanía de las coordenadas de tiempo y espacio en las que vive y que es capaz de concitar las respuestas colectivas, en las claves adecuadas de esfuerzo y solidaridad.
Esa política es la que falta en España. Por ejemplo, ¿alguien sabe cuál es la política autonómica del gobierno? ¿Cuál es la estrategia del gobierno respecto al pulso independentista del nacionalismo catalán? Solo sabemos que a Rajoy le parece un lío inoportuno en estos tiempos de crisis. Y así tenemos las contradicciones de una política que, a veces ningunea el debate y a veces lo enardece. Y bien sabido es que bomberos y pirómanos, juntos, no apagan el fuego.
Lo mismo podría decirse de la grave crisis política que sufren las instituciones políticas en este tiempo de desafecto y censura a los partidos. ¿Cuál es la respuesta, vallar el Congreso o reformar a fondo nuestro marco institucional? Aquí sí, me temo, que conocemos la opción del gobierno a favor de las viejas recetas de ley y orden. De la crisis económica, mejor no hablar.
No. España no va bien. Va mal, muy mal y la solución no está fuera de la política, sino en ella, con mejor política, con mejores políticas, con mejores políticos, con mejores partidos, de acuerdo, pero con ellos. La solución, las soluciones, vendrán de una política con liderazgo, con pedagogía y con grandes acuerdos para poner al país en las actitudes colectivas de la corresponsabilidad.
 
Publicado para El Correo, 13/11/12

12 de noviembre de 2012

Carta abierta a los amigos de la RSE

Hace diez años que estamos impulsando la RSE en nuestro país y en toda Europa y, creo que es hora de hacer balance. 
Durante los primeros años se hicieron muchas cosas en todos los ámbitos: Parlamento, gobiernos y administraciones públicas, empresas, sindicatos, universidades, “tercer sector”, medios de comunicación, etc. 
Pero desde que estalló la crisis, la RSE ha perdido fuelle.
Y muy probablemente, quienes más hemos trabajado por esta idea renovadora de la cultura empresarial en la sociedad del Siglo XXI, tenemos sentimientos contradictorios.
¿Ha sido la crisis un obstáculo insalvable en el progreso de la RSE? ¿Ha muerto de éxito la RSE? ¿Es incompatible la RSE con las restricciones presupuestarias de las empresas? ¿Falla la sociedad en sus exigencias a las empresas? ¿Son pocos y pequeños los retornos en resultados económicos a las inversiones en RSE? Estas y otras muchas preguntas podemos y debemos hacernos para analizar con frescura y sinceridad el estado actual de la RSE. Porque es una evidencia que se han reducido notablemente las actividades relacionadas con la RSE. También lo es que se han impregnado de rutina y en muchos casos, la información de las memorias es incompleta  y no permite una observación integral de las actividades de la empresa.
En el ámbito institucional, la Comunicación de la UE de finales de 2011, ha pasado sin pena ni gloria. El Consejo Estatal de nuestro país, está parado y bloqueado y el nuevo gobierno, ni está, ni se le espera en este tema.
Yo creo que es hora de que hagamos crítica y autocrítica. Sin miedo a nada ni a nadie. Para decirnos la verdad. Para poner frente al espejo las debilidades y la ingenuidad, pero también, para reivindicar los avances conseguidos. Para llamar a las cosas por su nombre y decir lo que pensamos de todos los que deben ser protagonistas de la RSE: Gobiernos y políticos, empresarios y sindicatos, periódicos y periodistas, consumidores, ONG, etc.  Os propongo a todos pensar y escribir, lo más resumidamente posible, unas líneas de balance y sobre todo, propuestas. Hagamos juntos esta reflexión y lancemos un nuevo impulso basado en propuestas concretas.
Os propongo un plazo de 15 días para que hagáis vuestra aportación en los comentarios de este post de diario_responsable y os prometo un resumen posterior.

Ramon Jáuregui, para Diario Responsable.

10 de noviembre de 2012

"La crisis se ha producido por comportamientos gravemente irresponsables"

La discapacidad debe formar parte obligatoriamente del diseño de toda política de Responsabilidad Social de las empresas (RSE). Y es que, la RSE es una cuestión de derechos que deben cumplirse. Así lo entiende Ramón Jáuregui, experto en el tema, además de diputado socialista. Asegura que si todas las empresas del mundo fueran rigurosas en el cumplimiento de los Derechos Humanos, el mundo sería mucho mejor de lo que es. De hecho, entiende que la actitud irresponsable del mundo actual es, en gran parte, la causa de la crisis.

La Responsabilidad Social Empresarial, ¿es cuestión de ética, de ciudadanía? ¿Es voluntaria u obligatoria?

 Es todo eso y mucho más. Son derechos que deben cumplirse con largueza. Es ética porque la RSE se extiende sobre una base cultural y filosófica que entraña un sentido amplio de la Responsabilidad de la empresa para con su entorno humano y físico.
Es ciudadanía porque esa bella palabra entraña derechos y deberes y porque, incluir a la empresa en esas exigencias, les hace “ciudadanos” de un espacio sostenible y habitable de convivencia.

¿Podría llegar a regularse o debe pertenecer al ámbito privado en su totalidad? En ese caso, ¿cómo se podría regular algo que supuestamente es voluntario?

 Es voluntaria porque su naturaleza lo es. Lo legal es exigible y no entraña esa cultura de aspiración a la excelencia que lleva consigo la RSE.
La regulación de la RSE no es para convertirla en ley obligatoria, sino para ordenarla y estimularla. En definitiva, para fomentar y expandir unas prácticas que se consideran intrínsecamente buenas y convenientes y para poner reglas que permitan desarrollar esa cultura en leal competencia, en la libertad del mercado.
"La RSE integra la discapacidad, no hay verdadera política de RSE si en ella no se contempla la discapacidad"
Asegura usted en su blog que los derechos humanos son de obligado cumplimiento para las empresas, independientemente de su potencial repercusión en costes e ingresos. ¿Incluye los derechos de las personas con discapacidad en ese ámbito? ¿Es, por tanto, la discapacidad objetivo obligado de la RSE?

 Una lectura avanzada de los Convenios internacionales de los Derechos Humanos es exigible a todos, en todos los lugares del mundo. Sobre ese suelo de dignidad humana se edifican los ordenamientos jurídicos nacionales, superándolo en mucho, en los países democráticos y, en particular, en los Estados Sociales de Derecho.
Naturalmente, la discapacidad y en particular los Derechos de las Personas con Discapacidad, se inscriben en esas Cartas Fundamentales.
Desde ambos puntos de vista, la RSE integra la discapacidad. Hasta el punto de que puede decirse que no hay verdadera política de RSE, si en ella no se contempla la discapacidad.

En ese caso, ¿en qué aspectos podría trabajar la RSE a favor de la discapacidad y cómo?

 Para empezar, la discapacidad debería formar parte obligatoriamente del diseño de toda política de RSE en las empresas. Empezando por el cumplimiento de las leyes y siguiendo por políticas activas de integración laboral de las personas con discapacidad. En esencia, cada empresa que diseña política de RSE debería contemplar la discapacidad como un elemento nuclear de sus grupos de interés y debería rendir cuentas en sus memorias anuales de sus actividades y de sus progresos en esta materia.
"La larga marcha por la integración Laboral/Social de las personas con discapacidad, ha experimentado un notable avance a través del impulso de la RSE"
¿Se actúa en consecuencia?

 Hay casos extraordinarios de empresas que están haciendo avances notables en la integración laboral de la discapacidad. Hay empresas que han tomado la discapacidad como estrella de sus políticas de Acción Social, aunque su política de RSE deje mucho que desear en otras materias. Pero también ocurre lo contrario, es decir, empresas que no han incluido la discapacidad en sus políticas de RSE y empresas (desgraciadamente, la mayoría) que ni hacen RSE, ni piensan en la discapacidad.
Con todo, soy de los que creen que la larga marcha por la integración Laboral/Social de las personas con discapacidad, ha experimentado un notable avance a través del impulso de la RSE.

En el caso de la discapacidad existen ya normas que las empresas incumplen (como la Lismi) y que podrían entrar en ese aspecto de responsabilidad respecto a los derechos humanos. Si no se cumplen las normas, ¿cómo podemos lograr que se cumpla una acción responsable y voluntaria?

 Es un camino largo. Hay que hacer visible la discapacidad como una constante de nuestra realidad. Hay que mejorar las normas que estimulan su integración laboral. Hay que seguir haciendo, sin pausa, el trabajo que hace el CERMI. Hay que seguir impulsando la RSE como una herramienta al servicio de esta causa.
"La discapacidad, junto a los esfuerzos en materia medioambiental, son los dos planos de la RSE más utilizados y mejor compensados en términos de retornos en resultados económicos y en intangibles reputacionales"
¿Se conoce en España suficientemente la RSE y en concreto la adhesión de las empresas a esta acción responsable?

 Creo que no se han utilizado suficientemente las oportunidades que nos brinda la RSE en favor de los Derechos de las personas con discapacidad. También creo que la RSE no se conoce suficientemente en la sociedad española.
La discapacidad es una acción muy rentable en términos de Reputación corporativa. Junto a los esfuerzos en materia medioambiental, son los dos planos de la RSE más utilizados y mejor compensados en términos de retornos en resultados económicos y en intangibles reputacionales.
Pienso que fomentar la ecuación RSE-Discapacidad, es una herramienta formidable para avanzar en esta larga marcha.

Se relaciona siempre la RSE con las grandes empresas, ¿es posible la RSE en pequeñas y medianas empresas?

 Debiera serlo y si lo fuera, daríamos un paso enorme. Cuando la RSE se extienda a las medianas empresas y, cuando estas prácticas se generalicen en ese tejido económico, estaremos hablando de miles de acciones positivas.
¿Cómo se hace esto? Tres ideas son claves, una, que las grandes empresas la exijan a su cadena de proveedores; dos, que se sigan estimulando estas prácticas desde la contratación pública, y tres, que se favorezcan las demandas sociales y la información pública sobre la RSE.
"Si todas las empresas del mundo fueran rigurosas en el cumplimiento de los DDHH en todos los lugares del mundo en los que operan, créame, el mundo sería mucho mejor de lo que es"
También comenta en su blog el escaso conocimiento sobre el cumplimiento de los derechos humanos por parte de las empresas e invita al mundo académico a la investigación en este tema, ¿cómo se traduce esta propuesta?

 Los DDHH son una tabla de Derechos, de dignidad humana y de trabajo decente, universalmente conocidos. Son exigibles en Bolivia y en Nigeria, en Camboya y en Madagascar. La exigencia generalizada de su cumplimiento a todas las empresas, en todo el mundo, nos permitiría un avance civilizatorio e impediría mucho dumping social. Naciones Unidas (Informe Ruggie), trabaja en la exigencia ante los tribunales de los países origen de las multinacionales, de su cumplimiento. Me parece un gran camino.
Si todas las empresas del mundo fueran rigurosas en el cumplimiento de los DDHH en todos los lugares del mundo en los que operan, créame, el mundo sería mucho mejor de lo que es.
"La crisis ha deprimido el avance cultural y la práctica de RSE... es necesario un nuevo impulso. Hay que volver a convocar a los interlocutores de la RSE en España, que son muchos, y hay que renovar el consenso socioeconómico en torno a una agenda de revitalización de la RSE para los próximos cinco años"
¿Cuáles son los principales retos a los que se enfrenta la RSE en esta época de crisis?, ¿está afectando a la credibilidad de la propia RSE?

 No puedo negar que la crisis ha deprimido el avance cultural y la práctica de RSE. Vivimos un cierto apagón cultural, un evidente estancamiento sobre la idea. Es una paradoja, porque todos sabemos que la crisis se ha producido, en gran parte, por comportamientos gravemente irresponsables. Desgraciadamente, el gobierno de España prácticamente ha enterrado lo que habíamos construido durante estos últimos diez años.

¿Qué se puede hacer? Yo creo que es necesario un nuevo impulso. Hay que volver a convocar a los interlocutores de la RSE en España, que son muchos, y hay que renovar el consenso socioeconómico en torno a una agenda de revitalización de la RSE para los próximos cinco años.


Entrevista realizada por Blanca Abella para Cermi.es

8 de noviembre de 2012

Ponencia para la 2ª Conferencia de RS 2012. CCNRS

Video para la 2ª Conferencia de RS 2012.CCNRS celebrada hoy en Costa Rica.

Papel de la Administraciòn Pública en la promoción de la cultura de RS.
Comentario de buenas prácticas de RS en Europa y España.



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7 de noviembre de 2012

Reformas Federales


Cataluña sufre una pulsión extrema hacia el independentismo, fruto de la crisis y de un desgraciado proceso de renovación de su Estatuto de Autonomía. CiU ha manipulado los sentimientos derivados de la una y de lo otro y se ha montado en un tigre para hacer una travesía tan peligrosa, como su cabalgadura.

Paralelamente, los vientos anti autonómicos empujan en la dirección antagónica. Esta especie de latiguillo populista que culpa a las Comunidades Autónomas de todos nuestros males y de la crisis misma, se ha convertido en un extremismo tan perturbador como el nacionalismo, para los problemas de nuestro modelo territorial. Ubicados en este escenario extremo y en parte, apasionado, los que hemos construido el modelo autonómico y nos sentimos orgullosos de lo conseguido, no podemos por menos que mostrarnos preocupados.
 
¿Qué hacer? Por cierto, ¿cuál es la política del gobierno en materia autonómica? ¿Hay alguien ahí? A veces ningunean el problema. A veces echan gasolina al fuego y siempre miran al dedo en vez de a la luna.
 
La única política posible es la revisión rigurosa y profunda del modelo. Porque hay parte de razón en las demandas de Cataluña y no son desdeñables algunas críticas al funcionamiento del modelo autonómico, treinta años después de su puesta en marcha. Efectivamente, en Cataluña hay -entre otras muchas cosas- problemas de financiación y hay disgusto sobre el autogobierno, todo ello sobre la base de un nacionalismo reivindicativo, histórico, cultural y político. Y paralelamente, en el modelo autonómico hay problemas de duplicidades e ineficacia en el funcionamiento administrativo, hay excesos de gastos, hay necesidad de mayor cooperación intercomunitaria en la unidad de mercado español, hay preocupantes muestras de desigualdad individual ante algunos servicios públicos, entre otras cosas.
 
Afrontar estas pulsiones políticas y estas realidades incuestionables, exige reformar nuestro modelo o, si se prefiere, reflexionar sobre el estado autonómico en una perspectiva federal. Me apresuro a decir que no se trata de revocar nuestro compromiso constitucional, ni de renegar del modelo autonómico del que nos hemos dotado. Se trata de revisarlo y de abordar los problemas existentes y hacerlo, en la única dirección que cabe a la naturaleza de nuestro modelo y de nuestros problemas: la perspectiva federal.

Tampoco queremos adjetivar el término federal, porque al hacerlo incurriremos en redundancia o en contradicciones. Mi tesis es que, la reforma federal, es lo único que resuelve los problemas denunciados. Las reformas federales pueden racionalizar el funcionamiento del modelo autonómico, mejorar la cooperación interna, evitar disfunciones y asegurar eficiencia en la unidad de mercado e igualdad entre los españoles, de una parte. Pero, al mismo tiempo, una reforma de nuestra Constitución en clave federal, puede ofrecer un camino de diálogo, pacto y solución de problemas que nos plantean algunas comunidades nacionales, porque pueden abarcar algunas de las reivindicaciones nucleares en el desarrollo de su autogobierno.

¿Cuáles son estas reformas? Serán aquellas que conjuguen una auténtica renovación del pacto territorial,  que debe abordar -entre otras- estas materias:


 El establecimiento de un mecanismo de participación directa y eficaz de las Comunidades Autónomas en la acción política estatal y en el proceso legislativo de las Cortes. Aunque se acostumbra a despreciar la llamada reforma del Senado en la perspectiva del federalismo alemán, una reforma del tipo Bundesrat aportará a los gobiernos autonómicos un protagonismo y un poder legislativo en la política española, extraordinario y desconocido.


 Es necesario reformular el modelo de financiación de las Comunidades Autónomas y establecer con claridad quién recauda, qué y cómo se reparte la tarta de los ingresos en los tres niveles del Estado: gobierno central, comunidades autónomas y entes locales. Ésta es una de las grandes tareas pendientes del modelo territorial que debiera solucionarse quizás, en una perspectiva federal, semejante al modelo norteamericano.

 
 Quizás nuestra Constitución deba optar por una clarificación competencial que determine y simplifique las funciones y los poderes de las Comunidades Autónomas y del gobierno central, al modo de como lo tienen hecho, por ejemplo, en la constitución alemana.

 Deben mejorarse los mecanismos de cooperación y deben establecerse instrumentos federales en la gestión de los intereses públicos que aseguren el buen funcionamiento de los servicios públicos y de la economía, en el conjunto del Estado.

 
Pueden establecerse principios constitucionales que desarrollen mejor los valores constitucionales de la Solidaridad, de la Igualdad y de la Singularidad. Una clarificación de estos principios puede ser muy necesario.

Estas y otras reformas pueden abordarse en el marco de una renovación más amplia de nuestra Carta Magna. Renovación que viene obligada por otras circunstancias y que incluso debieran llevarnos a pensar en un método más flexible y menos gravoso para abordar la adaptación de nuestro Texto Fundamental a las muy diferentes circunstancias que nos imponen los cambios que estamos viviendo en esta etapa de transformaciones ideológicas, económicas y sociales.
Quedarse quietos en la pasividad y en el inmovilismo o, peor aún, pegarse a la pared diciendo "no nos moverán", nos llevará a un enfrentamiento de resultados dramáticos. Cuando la dimensión y la naturaleza de los problemas que estamos tratando se elevan a los niveles que están alcanzando hoy en día en España, es la política grande, la política noble, la que resulta interpelada. Y ésa es la actitud que nos mueve a los socialistas. Aun sabiendo que el empeño no es fácil, estamos convencidos de que, desde una política basada en mirar de frente a los problemas, el diálogo y el pacto en el marco de nuestras leyes, es la única solución posible.


Publicado en Diario Crítico 7/11/2012